¿Cuantas veces hemos sentido que somos frágiles? La vida da mil vueltas y todos vamos a pasar por acontecimientos duros.. La muerte de un ser querido, una enfermedad inesperada o un despido. Ante estas situaciones, todos debemos estar preparados y aunque parezca difícil, es peor no saber afrontarlo.
La clave es la fortaleza flexible. “El más duro se puede partir tras cualquier golpe, como el frágil cristal. En cambio, el cobre se dobla pero no se rompe”.
"La resiliencia es un proceso dinámico que tiene por resultado la adaptación positiva en contextos de gran adversidad" Un escudo protector, por que la barrera del miedo es la actitud ante la vida".
No es una habilidad innata, es un proceso de aprendizaje. Se desarrolla a lo largo de la vida, cada problema se convierte en una oportunidad para crecer.
Construyendo una actitud resiliente:
- Aceptación. Lo trágico también forma parte de la vida y debemos asumirlo. Pensar en los puntos de apoyo. Yo puedo analizar y cambiar mi actitud a la hora de afrontar los problemas. “Sin aceptación es imposible progresar”.
- Enfoque positivo. Lo que no te mata te hace más fuerte. Todo hecho traumático desarrolla nuestra fortaleza interior y abre la puerta a nuevas oportunidades. “Ante un despido, muchas personas se quedan enganchadas en la idea de la injusticia. Otras pronto se alegran de haber encontrado una empresa mejor”.
- Sin miedo. El objetivo es generar confianza y apartar los temores. “El miedo es peor que la adversidad. Es como una centrifugadora, gira sobre sí mismo”.
- Adaptación. La clave es la capacidad de adaptación al cambio. Mientras uno se adapta a los cambios, avanza en la vida.
La resiliencia no solo es la capacidad para recuperarse de los momentos difíciles sino también para salir reforzados, transformados. Es una actitud ante la vida.
Resiliencia es sacar el impulso de las caídas